Cómo fue hacer kayak bioluminiscente en Costa Rica

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Si está en tus planes visitar Costa Rica, puede que sepas qué es hacer kayak bioluminiscente en aguas tranquilas. Este país es uno de los mejores para disfrutar de esta actividad.

Hoy te contamos en primera persona cómo fue la experiencia de nuestra aventura Howlanders haciendo el tour de kayak bioluminiscente en Costa Rica, concretamente en la península de Nicoya.

Momentos antes de hacer kayak bioluminiscente en aguas tranquilas

En breve, se inicia otro temprano atardecer al noroeste de Costa Rica. Es nuestro segundo día en la provincia de Puntarenas, más concretamente en la península de Nicoya.

A pocos metros del alojamiento, bañador y toalla en mano nos dirigimos a la playa, a despedirnos de la última luz del día. Y no, no nos acostumbramos a los ocasos de media tarde.

En esta bahía desierta, los únicos locales que se dejan ver navegan en sus barquitos pesqueros. Nos acompañan unos bruscos pelícanos muy obcecados en la captura de sus presas.

Los pelícanos no vuelan alto, y se tiran en picado a escaso medio metro de la superficie con el pico abierto… pienso que en cualquier momento se van a quedar clavados en la arena. Es todo un espectáculo, digno de cualquier documental de National Geographic.

Inicio de la actividad bioluminiscente

Son las 17.30h hemos de recoger y acudir al punto de encuentro con nuestros guías. La senda está marcada con guirnaldas que la iluminan, empieza a oscurecer y seguro que vendrán bien para hacer el camino de vuelta.

Nos reciben con limonada casera, agua fresca, café y algunas galletitas de cortesía. A mí ya me han ganado. Mientras esperamos al resto del grupo, seremos unas 20 personas, nos cuentan qué es eso de la bioluminiscencia. Utilizan un panel de diferentes seres vivos para entenderlo mejor.

En resumen (sin meterme en camisa de once varas), en alguna parte de esos organismos ocurre una reacción bioquímica que al activarse produce una luz. ¡Esta aventura bioluminiscente promete, hoy el cielo está raso y no hay luna!

Una vez hechas las explicaciones de remo básico, cada uno con un remo y un chaleco salvavidas, bajamos hacia la orilla de la playa de aguas azules. En el último tramo se está a oscuras y nos ha venido bien llevar los frontales para alumbrarnos el camino.

Hay posibilidad de elegir entre kayak individual o doble. Nuestro grupo tiene una gran representación y variedad lingüística y nos dividen en grupos de 10-12 personas. Hablan pausadamente en inglés y en español para darnos las indicaciones.

La emoción se apodera de mí, la bahía está totalmente oscurecida y es una enorme balsa. Apenas se ven unas luces en alguna de las islitas de la bahía, hay un silencio absoluto. Solo se escuchan las explicaciones de nuestro guía.

Comienza la ruta del kayak bioluminiscente en aguas tranquilas

Sandalias mojadas, estamos entrando nuestro kayak, ya no volvemos a encender los frontales. Remamos unos metros mar adentro, empieza la magia.

A cada golpe de remo que damos se produce la reacción bioquímica y, el mar brilla en la oscuridad. Me aprovecho de la fuerza de mi compañero remador ya que me ha hipnotizado la luz que se produce en cada uno de los kayaks de los compañeros.

Seguimos a nuestro guía por la voz (de vez en cuando, parpadea su frontal a modo de faro) aunque se vislumbran siluetas y el bullicio de la emoción hace fácil que no nos desviemos.

Hay zonas en las que no has metido el remo y el brillo ya es una locura. El guía con su fuerza y habilidad al remo, nos muestra la magia en la quilla de su kayak. Se produce una línea muy marcada que se abre camino en el mar, me quedo boquiabierta.

No soy consciente de cuánto tiempo ha pasado desde que hemos empezado a navegar la bahía. En algunas zonas la bioluminiscencia es tal locura que puedes verla en tus propias manos, dura unos segundos pero siento cierta brujería.

Por más fotos que puedas hacer, no le harán justicia. Algunas experiencias es mejor dejarlas fotografiadas en nuestro carrete interior. ¡Pura magia y pura vida!

Últimos momentos en el kayak

Nos avisan de que la fiesta está llegando al final y hemos de remar para volver a la orilla. No quiero que acabe. Jamás hubiera imaginado nada así, desde luego que esta la guardo en mi “carpeta de especiales de la vida”.

Al volver al punto de encuentro, comentamos con el resto de compañeros el tour y nos despedimos de ellos.

Prácticamente no nos hemos mojado, solo el pantalón corto y las sandalias. No hace falta cambiarse de ropa ya que el alojamiento lo tenemos cerquita y vamos andando, pero puede ser una buena idea coger una toalla y ropa para cambiarse al finalizar.

¿Y tú, te animas a vivir esta aventura?